Menos es más, pero con alma
El diseño de interiores en 2025 viene marcado por una dirección clara y decidida: crear espacios más ligeros, más conectados con la naturaleza y, sobre todo, más emocionales. No se trata únicamente de seguir una moda estética, sino de responder a una necesidad real de reconexión con lo esencial. En un mundo cada vez más acelerado, el hogar se convierte en un refugio, un lugar donde buscamos calma, autenticidad y bienestar.
Se deja atrás el exceso decorativo, los ambientes recargados y las piezas sin propósito. Pero también se empieza a cuestionar el minimalismo frío y despersonalizado, ese que parecía diseñado solo para ser fotografiado, no para vivirse. El nuevo enfoque busca equilibrio: quiere belleza, sí, pero también calidez. Quiere orden, pero sin rigidez. Busca una estética que no se imponga, sino que fluya con el día a día.
En este nuevo paradigma, los interiores dejan de ser solo espacios para habitar y se transforman en escenarios para sentir. La clave ya no es solo “vivir bonito”, sino vivir bonito y vivir bien. Porque el diseño no está solo en lo que se ve, sino en cómo te hace sentir cuando cierras la puerta de casa.
Menos muebles, más intención
Cada pieza del hogar tiene que contar una historia o cumplir una función real. Sillas de líneas suaves, mesas de inspiración artesanal, estanterías con objetos personales. La idea es que el espacio respire y esté habitado con propósito, no por inercia.
Materiales que conectan
La madera natural vuelve con fuerza, junto a textiles como el lino y el algodón. Aparecen cerámicas hechas a mano, elementos de mimbre, ratán o hierro envejecido. Materiales que no solo decoran, sino que se sienten en la piel y transmiten una sensación de hogar vivido.